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Jun 20, 2015 fenomenosocial Conductas, Filosofía, PORTADA1, Psicología, Sociología 0
<<Los sujetos son como actores que se esfuerzan permanentemente a lo largo de toda su vida social para transmitir una imagen convincente de sí mismos frente a los diversos auditorios a los que se enfrentan No importa lo que uno sea realmente, sino lo que se logra parecer>> Erving Goffman. Sociólogo Canadiense
➡ Alejandro Caballero |Sociólogo & estudiante de psicología|20 de Junio del 2015
Desde el punto de vista psicológico, la actuación o comportamiento viene precedida de la motivación humana, que se presenta como un proceso adaptativo que energiza y dirige el comportamiento hacia un objetivo o meta de una actividad, a la que instiga y mantiene (Psicología de la motivación, Sanz y Torres, 2009).
Si bien existen determinantes motivacionales internos para el comportamiento humano, como es la sufrida y conservadora línea de la herencia genética, la homeostasis (equilibrio fisiológico), el crecimiento potencial personal y los procesos cognitivos individuales, no valen por sí solas para entender la adaptación y supervivencia de un sujeto que cohabita y se interrelaciona con otros individuos en sociedad, para entender y explicar el comportamiento de los individuos.
Y es que, el ser humano es un animal social y, por ende, cognitivo y racional, por lo que son necesarios los determinantes externos que ayudan al sujeto o a los actores sociales a confeccionar un guión de actuación. De esta manera, se pueden filtrar o eliminar las necesidades más instintivas y primitivas para que, finalmente, se pueda «operar» o elaborar un comportamiento de acuerdo con la norma social generalizada y apta para según que tipo de culturas.
Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos»J.L. Borges. Escritor Argentino
Dichos determinantes son el aprendizaje, el hedonismo (reforzadores-recompensa-placer) y la propia interacción social. Estas categorías se pueden establecer en complejas interacciones unas con otras, las motivaciones internas con las externas, y viceversa.
Nos guste o no, estamos predestinados a ejercer funciones sociales cuando cohabitamos en sociedad. La personalidad se pierde en un infinito mundo de roles y papeles que ostentamos, que dominamos o, en la mayoría de las ocasiones, que nos asignan sin poder exclamar si los queremos o no . La familia, la pareja, los amigos, el trabajo, la escuela, etc, son los escenarios o los grandes auditorios típicos del gran teatro social del que disfrutamos o sufrimos, completamente definidos en guiones culturales y sociales que se deben aceptar si no se quiere caer en la «locura» o en el destierro. En cada escenario, en cada auditorio, somos actores secundarios, terciarios o protagonistas. Verdugos y víctimas al mismo tiempo, donde la norma social se impone y prevalece sobre el «Insight», nuestra visión, entendimiento o percepción interna de lo que nos «rodea», que no es más que -cuando no de la genialidad y la inteligencia- el propio eco de nuestra memoria social.
Y cuando obtenemos el placer y la recompensa por parte de nuestros congéneres y conciudadanos, cuando ejecutamos un rol o un papel social determinado, nos autoconvencemos de que nosotros somos eso, lo que sobresale, lo bueno, para poder definir nuestra personalidad, nuestra creencia sobre nosotros mismos y seguir actuando en consecuencia. Así podemos relegar aquello que somos en otros escenarios que nos son difíciles de ejecutar, de aquellos en el que sólo recibimos críticas sin recibir recompensa alguna (o con un resultado con una balance negativo). De esta manera podemos decir, por ejemplo, que no somos buenos trabajadores, pero sí que somos unos padres excepcionales, o viceversa.
Los sujetos actúan conscientes sobre los costes y beneficios morales, éticos, ideológicos, culturales, psicológicos y económicos, en definitiva, operan racionalmente sobre el mundo que les rodea para adaptarse y sobrevivir a su ambiente, y éste hecho humano es considerado como un mecanismo biosocial en toda su plenitud, del que es imposible escapar.
Dicho todo ésto, de esta manera, parece ser que los sujetos son calculadores, cuando no, que permanecen encarcelados en una gran masa homogénea, donde toda la acción y el pensamiento individual no es más que un mero espejismo del ego. No es cierto del todo. Cuando ya ha quedado la generalización de la norma social o cultural impregnada e interiorizada en el sujeto, cuando ya forma parte del inconsciente, del carácter y de «la personalidad» del individuo que actúa como lo haría el aparato locomotor, cuando ya ha aprendido a caminar sin pensar, justo en ese mismo momento comienza a ser un individuo libre, que aunque parezca una paradoja sin solución, tiene respuesta.
Si bien el individuo actúa sistemáticamente, de manera natural, donde la socialización y la memoria social se convierten en un instrumento de filtrado automatizado para que nuestro comportamiento y nuestro pensamiento vaya a la par a las tendencias de la sociedad, dicho conocimiento es a la vez el que nos aporta conocimiento o consciencia de la existencia de nosotros mismos, de los sujetos con los que compartimos vida y su entorno. .
Si le pregunto al lector de este artículo ¿quién es usted como persona?, es posible que me responda en base a lo que es en la jerarquía social. Soy administrativa, spy escritor, artista, soy dependienta, soy licenciada o diplomada, secretaria, empresaria, soy solidaria, soy hija de, etc. Ahora bien, más allá de la posición que ocupa en la sociedad, ¿quién es usted?, céntrese en su personalidad. Usted me diría que es buena gente, simpática, agradable, extrovertida, divertida, y hasta no muy guapa pero muy mona y atractiva. ¿Pero qué queda de su personalidad sin sociedad?, ¿seguiría siendo buena gente, simpática, agradable, extrovertida?. Pero, ¿con quién sin sociedad, sin vivir en colectividad?. Más aún, ¿cuándo es usted agraciada en estas cualidades? ¿ahora? ¿hace tres años? ¿dentro de cinco años?. Nuestra personalidad es lo que queremos ser o lo que nos muestra o nos refleja el espejo social, lo que nos permite etiquetarnos para realizar un rol u otro de manera eficaz, en definitiva, adaptarnos y sobrevir, a veces, a cualquier precio. Es la valentía, el conocimiento de nosotros mismos, «de los otros» , de la sociedad y del entorno, lo que nos permite ser verdaderamente libres.
Si usted, lector, ha decidido leer este artículo para saber si «es como actúa o actúa como es», ya decirle que ninguna es la correcta y ninguna es la falsa, ambas deben ser necesarias para ser como quiera ser usted, pero sólo es usted quien deba reflexionar sobre ello para obtener la respuesta. Dolerá al principio, pero el tiempo lo cura todo…
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