FECHA septiembre 16th, 2018 1:49 PM
Sep 12, 2015 fenomenosocial Conferencias y ponencias, Congresos, Educación, Pedagogía 0
➡ Alejandro Caballer |Santa Lucía|Marzo 2014
> La Ciudad de los Niños, es un proyecto internacional de redes urbanas que propone “soluciones a la degradación de las ciudades que han hecho los ciudadanos adultos, creando una nueva filosofía de gobierno de ciudad, donde los niños sean el parámetro a seguir y la garantía de una ciudad diversa y mejor para todos”.
Francesco Tonucci es Psicodagogo y uno de los investigadores más importantes en el campo educativo a nivel mundial. Forma parte del instituto de psicología del consejo nacional de investigaciones de Roma, donde se dedica al estudio del pensamiento y el comportamiento infantil en el ámbito de la familia, la escuela y la ciudad.
La ciudad nace hace siglos como experiencia de convivencia, de encuentro y de intercambio. Se rompe con el antiguo esquema de separación que proveía el castillo, ese castillo fuerte y separado del vulgo, ese que obligaba a que los pobres vivieran afuera. Con la ciudad nace un nuevo esquema de convivencia que es construida alrededor de una plaza, como símbolo de intercambio, y donde el centro de encuentro es el mercado. A la plaza se asoman el palacio del Gobierno y la catedral, y la ciudad encuentra su belleza en su propia diversidad. Esa diversidad quiere decir que la casa de los nobles, que ha sido diseñada por los mejores y más grandes arquitectos, se encuentran al lado de las casas más humildes de los artesanos, y es esto mismo es lo que hace bella a la ciudad.
Cuando se rechaza la diversidad, cuando se le tiene miedo , no suele traer nada bueno, y en la ciudad no iba a ser menos, así como quedó demostrado cuando muchas ciudades del mundo «desarrollado» quedaron destruidas y desbastadas después de la segunda guerra mundial. Y es que cuando quisieron reconstruirlas quisieron volver al antiguo modelo, el de las ciudades medievales, la de los castillos y la separación. Estas»ciudades modernas» se construyeron y se construyen a partir de un ciudadano prototipo, un ciudadano que se puede describir como un varón, adulto y trabajador. Pero también construirlas de una manera determinada para dar rienda suelta al juguete preferido de ese ciudadano, el coche, el verdadero dueño de la ciudad. Y cuando una ciudad nace con este prototipo de ciudadano y su juguete (adulto-varón-trabajador + coche), también nace para olvidar y hacer incómoda a cualquier otro tipo de persona que viva en ella; para las mujeres, para los ancianos, para los minusválidos y para los niños. Tan incómoda como para echarlos de la ciudad. Y no en el sentido simbólico, sino en la más lamentable y ridícula de las realidades.
Preguntaba Tonucci a los que nos encontrábamos en el Teatro, cuando nos decía que estuvo varios días en la isla y no vio a ninguno de estas personas en la calle. << Posiblemente los tengáis encerrados en casa, frente a una pantalla, o en algunos de esos lugares que la ciudad regaló a estas categorías poblacionales para que no los veáis en el espacio público. Y cuando salen, salen en coche, que es una extensión de la casa, por lo que no es salir a la calle, sino quedarse un poco adentro>>, decía Tonucci. Ante esto, los adultos resignan a los niños a vivir encerrados, e intentan complementarlo con actividades extraescolares, rellenándolos de juguetes, regalándoles los últimos aparatos de moda, etc. Pero los niños no pueden resignarse a este tipo de vida, porque necesitan vivir y jugar en la calle para aprender a ser adultos y aprender a vivir. Decía Tonucci, << El juego es una experiencia de libertad. Encontrarse con un amigo o amiga, encontrar un juego para compartir, buscar un lugar para jugarlo, buscar un juguete o instrumento para facilitar el juego y jugarlo tanto tiempo como sea necesario>>. Pero hoy, aclaraba Tonucci, << los niños se han convertido en meros poseedores de juguetes, más que en jugadores, y no se les deja jugar solos. No se puede controlar el juego de los niños, porque el juego es el motor principal del aprendizaje del individuo, de la libertad. No se le puede enseñar a los niños a competir en una determinada área porque, quizás, tenga otras cualidades y capacidades vocacionales, y éstas han de ser descubiertas durante el juego libre>>. Si no hay riesgos, no hay juego. A los niños cuando se les prohíbe ser libres durante su etapa infantil, suelen explotar cuando llegan a la adolescencia, y esto sí que es peligroso, los grandes dramas de la adolescencia.
Estos son dos de los elementos fundamentales e importantes para sobrellevar la vida de hoy, decía Tonucci; suficiente ira para lo que va ocurriendo y la suficiente valentía para desear, querer y cambiar. Pero ambas son prohibidas a los niños y así es muy difícil aprender para cambiar las sociedades. Esto es compensado con lo que comparten con sus padres, porque estos sí que tuvieron la oportunidad de aprender, participar y vivir la calle, en la plaza del pueblo o del barrio. Y es que el niño ya tiene miedo a participar de la vida cotidiana, pero es un miedo que tienen los adultos y que transmiten a los niños, esos pequeños que al final suelen aprender de lejos y con miedo. Y con miedo y de lejos no se puede aprender bien de la vida. Y aunque parezca paradógico, es más peligroso despoblar las calles de niños que hacer que todos nuestros hijos, todos al mismo tiempo, vivan de ella, para ella y en ella. Porque, ¿qué podría ocurrir en una sociedad llena de niños en las calles?. No somos padres biológicos de todos los niños que habitan en una sociedad, pero sí son «nuestros» niños, y nosotros somos sus adultos. Ellos quieren jugar libres y nosotros queremos que aprendan a decidir libremente de adultos, quizás, esta sea la forma más sensata de lograrlo.
El proyecto de Francesco Tonucci, «La ciudad de los niños», está pensado estrictamente para los niños. Un proyecto futuro que les permitirá salir de casa y hacer uso de los espacios públicos para vivir la experiencia de la aventura, del descubrimiento, el juego y, cómo no, toparse con obstáculos, para luego topar también con el aprendizaje de la satisfacción al superarlos, o la frustración de no lograrlo. Pensar la ciudad como escenario de aprendizaje, conviene vivirla plenamente, y éste es un desafío en el que estamos sujetos todos, especialmente los gobiernos locales. Y en este desafío se incluye gobernar con los niños, como cualquier otro ciudadano de pleno derecho que aspiran y merecen de realización personal y social, igualdad de oportunidades, respeto, confiriéndole valor político a su palabra, y ámbitos reales de construcción social, promoviéndoles así, la oportunidad de ser agentes creativos y protagonistas del cambio social de su propia sociedad.
Francesco Tonucci, antes de comenzar su ponencia, resaltaba algunas de las frases que ha escuchado a lo largo de su extensa investigación con niños, entre ellas ésta, la de una niña con muy poquitos años de edad; “La culpa de todo es de los mayores, hay que ponerle límites a los adultos».
En 1992, en la cumbre de la ONU celebrada en Río de Janeiro, una niña canadiense de 12 años llamada Severn Cullis-Suzuki, pronunció, también, una frase que dirigía a los representantes de la gran mayoría de los países del mundo. Les decía;
Para Tonucci esta frase marcó un antes y un después, tanto en su ámbito personal como profesional. No hizo falta que la niña dijera nada más, porque cada uno de los que escucharon o escuchan esta frase, saben perfectamente a qué se refería la niña cuando nos dice «…lo que vosotros (los adultos) estáis haciendo«. Estamos tratando el ambiente natural como si nosotros fuéramos los últimos habitantes del planeta. Lo estamos dejando a los que van a venir detrás de nosotros mucho peor que lo que nos lo dejaron nuestros antepasados. Seguimos gastando energía y productos sin ningún respeto a los que van a venir detrás de nosotros. Y es que de nuestros antepasados próximos, de nuestros abuelos, recibimos casi 20 años más de vida, nos regalaron más vida. Esas personas tuvieron que emigrar y que trabajar como burros, y aunque no pudieron aprovechar nada de su trabajo para sí mismos, esperaban, por lo menos, que sus hijos y sus nietos pudieran beneficiarse de todo ese trabajo que elaboraron con tanto esfuerzo y cariño. Nos regalaron un mundo totalmente diverso, nuevo y cuidado, y ahora nosotros lo estamos gastando. Ahora,cómo podemos explicarle a nuestras próximas generaciones que tendrán una esperanza de vida, como así prevén en diversos estudios, menor que la nuestra. Y esto nunca había ocurrido en la historia de la humanidad, por lo menos en la historia conocida.
Sep 30, 2015 0
Sep 28, 2015 0
Sep 23, 2015 0
Sep 22, 2015 0
Nov 24, 2015 0
Oct 09, 2015 0
Oct 06, 2015 0
Oct 06, 2015 0
Ruta Valleseco-Arucas en bici
Ruta Barranco de Guiniguada en bici