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May 25, 2015 fenomenosocial Cine , teatro y TV, Cultura, Entrevista, Entrevista FS 0
En la primavera de 1949, en La Isleta, por aquel entonces un barrio marginal de Las Palmas de Gran Canaria, nació uno de los humoristas más representativos de Canarias.
> Sus espectáculos, «El último en salir que apague la luz», «Sal de ahí», «Bolero», «Manolo Vieira y yo», «Manolo Vieira se escribe con ‘b’ chica», «Risas» y «Hoy no es lunes», han sido los que más público han convocado, de todos los que se han representado en las Islas. Se puede decir que actualmente es el artista de ámbito nacional más cotizado de Canarias.
> El fenómeno social, Manolo Vieira, no es fruto del marketing, ni de grandes estrategias de producto o mercado. Responde simplemente a la demanda de un pueblo que se identifica con un estilo de hacer reír basado, principalmente, en lo cotidiano y en la descripción en clave de humor de todo lo que le ocurre o ha vivido cualquier ciudadano español de a pie alguna vez en su vida. Una excursión con la familia al campo, la compra en un hipermercado, la primera comunión o un día en el médico… son historias que Manolo Vieira ha creado para realizar una visión -a veces bondadosa, otras crítica- de situaciones que todos hemos padecido.
Yo era comercial, pero por las tardes -por eso de mis inquietudes- hacia unas lámparas, porque también soy artesano, estudié incluso para ello. Luego, si es verdad que trabajé de camarero. Pero eso de contar chistes, ya lo hacía desde el colegio, con grupos de amigos, etc… En un grupo de amigos, siempre está el que canta, el que toca la guitarra, etc., y yo era, no de chistes, sino de contar relatos, de inventarme cosas. Entonces, estando de camarero en el Bar “JR”, entre mesa y mesa, iba contando mis chistillos directamente al cliente. Y luego el dueño quiso poner un escenario -que lo hice yo, también-, para luego llamarme desde Santander para decirme que iba a venir Nicolás Caballero, un artista internacional, y que lo presentara esa noche. Y el público habitual, al conocerme ya, me decía, “!coño!, ¿lo vas a presentar y no nos vas a contar nada?” Entones conté dos o tres chistes, pero con mucho miedo. Al día siguiente, me los apunté en la palma de la mano, para que no se me olvidaran. Fue así como fui cogiendo un poco de técnica, porque carecía de ella en cuanto a gestión de los tiempos, memorizar y demás. Y así fue como empecé.
En cuanto a lo de, ¿si fue un sueño o una casualidad? Las casualidades a veces se dan y uno no sabe ni que la suerte te pasa por delante. Es como cuando se dice aquello de: “si ves pasar el tren, cógelo”, y eso fue lo que me ocurrió a mí. Me dije; igual esto sirve, porque yo lo hacía de coña, como lo hace “everybody” (todo el mundo), pero pensé que, quizás, aquí podría haber una profesión. No obstante, seguí trabajando, desde el 81 hasta el 85, seguía trabajando por el día (comercial y demás), y por la noche con estas incursiones. Mi mujer difunta me decía, “¡Te vas a matar!. O una cosa o la otra”. Al final, con mucho miedo, me decidí por esta profesión. Porque claro, la inseguridad económica no era para bromas, porque tenía dos niñas ya, y tenía un sueldo fijo, que eso es lo que te da cierta serenidad. Pero bueno, al final, no creo que eligiera mal (ríe).
Mucha responsabilidad, muchísima. Ahora mismo tengo actuación Miércoles, Viernes, Sábado y Lunes, y me he despertado con algo de afonía y según acabe, tendré que salir pitando a mi casa a recogerme. Porque tengo que estar al 100% cada uno de estos días, y esa exigencia para conmigo mismo, exige muchísima responsabilidad. Esa exigencia tiene que ver con expectativa del público. Cuando empezaba, si no se reían, pues uno decía, pues ya tendré tiempo de rectificar, aunque si bien es cierto, nunca ocurrió. Pero ahora sales con ese miedo, con esa responsabilidad, como diciéndote, “!tienes que cumplir, Manolo!”. Sinceramente, esos que salen a un escenario, sean músicos, actores, etc., como si lo tuvieran todo hecho, no son profesionales, luego, duran poquito, ¿eh?. Has memoria para que veas cuantos han desaparecido. Entonces, nunca hay que perder la confianza que el público ha depositado en ti, y esto se hace con trabajo, preparación y responsabilidad.
Esto de cantar, tiene que ver con el entorno, las amistades y con el entorno familiar. En mi barrio, como en otros muchos barrios, la guitarra, el requinto, el piano, el que canta, nunca faltó. Yo siempre fui un “escuchidor” de niño, porque ni cantaba, ni tocaba, ni nada. Pero ya, cuando era un jovencillo, cuando tenía 18 o 19 años, empecé con la guitarra. Bueno, de niño tocaba la armónica, pero claro, no sabía mucho, y cuando cantaba cogía las notas muy altas, y mi madre me decía; “¡ay mi hijo, te vas a matar!”, muerta risa ella. Pero con el tiempo aprendí con el resto de los amigos, me fui arrimando a gente que sabía, y me iba indicando las notas y demás. Después vocalizar y tener oído musical es muy importante.
Bueno, en líneas generales sí que creo que tenemos esa gran capacidad para reírnos de nosotros mismos, sobre todo el canario. Porque nosotros hacemos coña de nuestras propias cosas. Pero si es cierto que hay un ligero porcentaje, de gente que se cree perfecta, hay gente que no tienen sentido del humor y que no acepta el nuestro. Te puedo decir, por ejemplo, políticos que se mean de risa aunque te metas con ellos –no te metes con ellos, hay que hacerlo de manera elegante-. Pero hay otros que ni con elegancia, se ponen tiesos, etc. Entonces, ese no tiene sentido del humor, ese no sabe que no es perfecto. Nuestras imperfecciones son las que nos hacen humanos, ¿no?. Entonces, como suelo decir mucho, que reírse de uno mismo es una muy buena terapia, es decir, ríete de ti mismo, pero no te pases, no te faltes el respeto.
Es mi casa, un sueño cumplido, esto sí que es un sueño cumplido. Cuando trabajaba en el “JR” -que estaba muy bien, muy feliz y tal- yo ya pensaba y le decía a Maruca; “me gustaría tener mi sala y traer artistas, etc.”. Ella me decía; “Si tú lo dices, lo quieres y lo luchas, lo logras”. Porque claro, ella me conocía ya, y sabía que yo era muy morruo. Pero no para plantear proyectos con prisa, sino de plantear proyectos a largo plazo, pasito a pasito. Incluso, lo diseñe y todo, en varios folios, y cuando conseguí un dinero trabajando en Madrid, llame a un gran amigo, que tengo de hace muchísimos años, para que me ayudara a encontrar un local, y encontró este. El se encargó de llamar al aparejador, al arquitecto y demás, consiguiendo adaptar mis ideas a este local , la Chistera. ¿Por qué quería este local? Porque si esperaba a que me llamasen o a que me contrataran -cuando empezaba – una discoteca, una sala, un bar, etc, pues a lo mejor no conseguía nada. Primero, que seguro que no me iban a contratar, porque no estaba tampoco , por aquellos tiempos, la situación para eso, y tampoco quería ir a todos aquellos sitios en el que me solicitaban. Porque, claro, había sitios que ni tenían sonido, poca visibilidad y demás, y yo lo consideraba como una falta de respeto, pero no a mí, sino a la profesión y al público que pudiese asistir.
Entonces monté la Chistera, y sé que no sólo es un local muy querido por mí, sino por muchísima público y muchos artistas de Canarias y de fuera. De hecho, en la península, colegas mios, le llaman el Templo del Humor, lo dicen con mucho cariño, porque, claro, yo lo que tengo puesto es “el rincón del humor”.
Siempre intentamos traer a nuevos artistas, como ahora, que viene Rafael Amor, el 22 y 23 de este mes. Es un autor muy conocido, unos de los cantantes que canta en contra de la Xenofobia, con ese tema que decía “No me llames extranjero”, Un temazo.
No, aunque si es verdad que me lo dicen. Aunque sí que estoy al tanto de la vida cotidiana de la gente, de sus variantes y demás. Si tu coges una historia mía, de mis comienzos, pues va describiendo un poco el panorama del paso del tiempo. Aunque hay una, la historia del ambulatorio, que hace muchísimo tiempo que se elaboró y en la que se mostraba un poco como funcionaban estos espacios sanitarios, sigue estando en vigor, porque la sanidad, en vez de mejorar, ha empeorado. Que si el “Negrín” se cierran algunas plantas, la falta de personal sanitario, de atención, etc. Esta historia que elaboré como queja, o como mera observación, resulta que hoy en día, todavía describe aún más intensa dicha realidad. Ahora tengo historias más actuales, y que tienen que ver con esos cambios sociales. Por ejemplo, cuando yo empecé, pocos niños tenían carrera, y ahora, mis hijas, los hijos de mis amigos y demás, pues están preparados, y eso , además de llenarme de satisfacción, hace que mis historias deban estar acordes con estas nuevas realidades sociales y económicas.
Entonces, Sociólogo no, pero un observador sí, lo que observo lo digo. Incluso, muchas veces expongo cosas, que a mi me parecen del día a día, pues la gente se dice; “tiene razón, no me había dado cuenta hasta ahora”.
Muy bonita la experiencia, sobre todo por el trato con la gente, con mis compañeros, pero no sólo con los actores y actrices, sino toda la gente del equipo técnico, el de luces y demás. Como ya os dije, soy un observador, que es casi un defecto, casi, y si tú ves todo el esfuerzo que hace la chica de decoración, la ves ahí apurada, mientras nosotros estudiamos los guiones, el otro clavando una tacha, el electricista gritando “!aquí no hay luz!”, es un meneo, un mundo maravilloso de entre cien doscientas personas. Porque claro, todo esto es una profesión multidisciplinar, y también flexible, porque de repente la peluquera te cogía y te planchaba una camisa. En fin, fue una experiencia muy enriquecedora, todos excelentísimas personas y todos muy válidos. A parte, yo nunca había estado siguiendo guiones de otras personas, siempre me ceñía a lo mío. Y lo mío siempre ha sido un poco anárquico, voy aquí, voy allá, hago lo que me da la gana, o lo que me marca las necesidades de mi profesión. Pero, cuando comienzas a aprenderte un guión de otra persona te conviertes en actor, e interpretar no sólo es aprenderte un guión y recitarlo, sino interpretar lo que quiere decir el autor para que vaya con el personaje, saber qué cara poner, de tristeza, de alegría, etc. En este sentido, me sirvió muchísimo también.
Luego, cuando llegó a la televisión canaria, a la audiencia le gustó muchísimo. Pero en otro proyecto como este -ya lo he dicho-, nunca más. Y no me preguntes por qué, porque no te lo voy a decir.
Bueno, yo hice mucha televisión en península, en Cataluña, Andalucía, en Galicia, en Vascongadas y nunca me demandaron que escondiera mi acento, nunca tuve que camuflar y rectificar mi forma de hablar. Pero otra cosa es -que se lo he dicho a toda mi gente- hablar canario, y otra es no entenderte. Es decir, hay que vocalizar. Con “s”, sin el segundo del plural de los verbos, pero hay que vocalizar, porque entonces no lo entiendo ni yo.
Les voy a contar una anécdota, un caso real:
Había, hace años, un chico que estaba estudiando periodismo en Madrid, y estaba como becario en un periódico regional canario, y me tocó al lado en un vuelo a Madrid. Me estuvo machacando todo el viaje, con que si yo cambiaba las historias en península. Me decía: “como vas a hablar tú de Alexis en Madrid, no te va a entender nadie”. Sabes, de esos días que te dices, voy a coger un periódico y me voy a esconder detrás, no lo leeré, pero me escondo detrás. Entonces, cuando llegamos, le dice al Guardía Civil: “Perdone, podría usted decirme dónde están los “aceos”?. Y aseos con “c”. Yo me quedé loco. Eso mismo es un complejo, que se ha de superar. Nosotros, si perdemos nuestra identidad, allá dirán; “este es un farsante”. Yo mantuve mi forma de hablar, que es la nuestra, y me decían por eso; “amo a Canarias, que bonito habláis, etc”. Si un andaluz se pega aquí 25 años y sigue con su acento andaluz, ¡olé, olé!, porque no renuncia a su forma de hablar.
La primera crisis fue en mi infancia, nací desnudo (ríe). Yo cuando tuve consciencia, alrededor no había nada. Mi padre tenía un trabajillo en un taller, mi madre ama de casa porque le obligaba la sociedad de aquel momento, porque mi madre hizo magisterio pero nunca pudo ejercer con maestra de escuela. No obstante, mi madre, furtivamente, se metía en algún lado y traía un dinero a casa. Esa crisis duró hasta que tuve unos 17 años, hasta que pude estudiar y trabajar, al igual que mis hermanas. Después, la más fuerte que vivimos fue la de los noventa, por aquello de la OPEP, la subida y las bajadas del precio del barril de petróleo. En este periodo, tuve que volverme a Madrid a trabajar. Y ahora, ésta, aunque la de los noventa nosotros no fuimos los culpables, pero esta sí, “porque quisimos vivir por encima de nuestras posibilidades” (ríe con sarcasmo). Por eso tuve que devolver el yate, el Mazzeratti, devolver la tele en la declaración de hacienda, es decir, tengo que devolverlo todo. Claro, es que ofende que digan que nosotros estábamos por encima de nuestras posibilidades, ofende mucho. Que sepan que no somos tontos, coño. Al igual que ahora, con el caso del ébola, que la culpa ahora la tiene la chica por haberse rascado, una desfachatez total. En cuanto a lo de las tarjetas de Caja Madrid, en una sola frase, “ Ali Babá y los cuarenta ladrones”, nada más, lo demás me lo guardo para mí, soy más elegante, aunque ellos ya saben lo que pensamos de ellos, aunque también es verdad que le resbala. Y sin van a la cárcel, están seis meses, y luego a gozar de las “perras”.
Hombre, yo sé que me quieren, que me he mantenido en el tiempo, que me están aceptando las generaciones siguientes, e incluso, las venideras. Me hago muchas fotos con niños, que sus padres me dicen; “Mira, ahí lo tienes, Manolo”. Y el pibe se me queda mirando como si fuera una aparición. Para mí, este tipo de hechos, es un regalo más. Pero claro, todo regalo precisa de un esfuerzo, porque también hay quien, desde fuera – lo he oído y me lo han dicho -, aquella frase tan demoledora como; “eso lo hago yo también”. Entonces, lógicamente, a ese no le llegué. Cuando subo a un escenario, aquí en la chistera o en otro, mucha gente – y seguro que no han venido a verme-, dicen ; “No, pero él se emborracha antes de subir al escenario”. Es decir, hay mucha gente que habla sin observar primero, llegando al caso, de enterarme por ahí, que cuando yo empezaba, por lo visto, fumaba marihuana. Claro, si yo tuviera que beber para subirme a un escenario durante 35 años, hígado ya no tendría. Entonces, hay gente que desvirtúa este trabajo, lo infravaloran, pero supongo que serán unos pocos.
Pero eso de ser o no un Fenómeno Social, es lo que me asusta muchas veces, porque, quizás, sólo sea un tipo que destaca, pero como que destaca cualquier otro profesional que lo hace medianamente bien en su ámbito. Porque claro, cuando lo normal en esta sociedad es hacerlo mal, con maldad o con errores, si lo haces bien, ya eres un extraño, cuando debería ser lo normal. Además, si lo haces bien, hay quién hasta se mosquea, como diciéndose “Seguro?, algo esconde, no es trigo limpio”.
Un ejemplo de esto, fue cuando me nombraron pregonero del Carnaval de Las Palmas de 1994 o 95, en la que estaba Pepa Luzardo como alcaldesa. Entonces, cuando fue a presentarme, añadió, que iba hacer el primer pregonero de Las Palmas que no iba a cobrar nada. Yo le dije que no iba a cobrar porque ser pregonero para mí era un honor. De ahí para delante, ya nadie quiso cobrar. Bueno, pues este caso, los periodistas pusieron en duda esto, que no quise cobrar, y algunos, personalmente, me preguntaban si me iban a pagar en negro, etc. Este tipo de comentarios ofenden muchísimo. La gente duda más de la bondad y la honestidad -como si fuera algo extraño- y aceptan como “normal” que uno haga mal las cosas, sobre todo, porque los dejas mal a ellos, porque seguro que ellos sí que están haciendo las cosas mal.
UN día
perfecto
para
MANOLO VIERA
Un día perfecto para mi es levantarme sin gripe, que hoy me he levantado agripado (ríe). Levantarme a las 7:30 de la mañana, relajarme y organizar ideas, estar a las 10:00 en la chistera, y echar ahí la mañana. Estar con mi hija y mi mujer y comer fuera si se tercia, que aunque no lo hacemos siempre, solemos ir a un restaurante de menú. Hablamos, compartimos experiencias y demás. Luego volvemos para casa, me echo la siesta, porque yo soy de siesta, porque yo soy de los de antes. Luego suelo ponerme a leer, a escuchar música, la radio, me pongo a escribir, me pongo con el timple, etc. Hay a veces que ni enciendo la tele. Llega un momento en el que llega la cena, y ceno tranquilamente. Eso sí, no soy de los que se van a dormir a las 9 de la noche, mis hábitos son otros. Si en medio de la semana tengo un día que tengo una obra de teatro, un cine para ir, perfecto. También suelo tener salidas al campo, ir a Agaete, me encanta Agaete para comer, para darme un baño en el muelle. En fin, son tantas las posibilidades y combinaciones para tener un buen día, que uno ni sabe cómo se lo puede organizar. También visitar un familiar, encontrarme con mis amigos de toda la vida, que por cierto, hace montón que no voy para allí, para el barrio…
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