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May 27, 2015 fenomenosocial Colaboradores, Conductas, Filosofía, Opinión 0
Los profesionales del sector han vuelto a denunciar la enorme regresión que padece
nuestra sociedad en materia de cumplimiento de los derechos humanos más básicos.
➡ Javier aparaci Gisbert | OPINIÓN | Mayo 2015 | Bienvenidos a pantopia
En ocasión de la reciente celebración del día mundial de los servicios sociales, los profesionales del sector han vuelto a denunciar la enorme regresión que padece nuestra sociedad en materia de cumplimiento de los derechos humanos más básicos. La profunda crisis política y económica que soportamos tiene su más cruenta expresión en el desamparo social que se extiende entre la población. La justicia social se está reduciendo a un asunto de beneficencia y la mayoría de los trabajos que se crean ya no permiten ni eludir la precariedad económica.
La degradación de los sistemas democráticos y financieros que ha provocado esta situación ha sido obra de las actuales élites de poder y ha resultado posible porque han podido actuar con casi total impunidad y una oposición minoritaria. Mientras se procedía a desmantelar el Estado de derecho social y democrático y se extremaba la dualización económica, la sociedad civil “miraba para otro lado”. Gran parte de la responsabilidad en el estado de cosas en el que nos encontramos está, por ello, en las propias víctimas que han renunciado al protagonismo cívico que exige un sistema de convivencia democrático y solidario, entregándose a un remozado “Pan y Circo” de baratijas y comida basura y de folletines televisivos y omnipresente fútbol.
Las salvaguardas constitucionales de
los Estados de derecho han devenido
en papel mojado con los “rescates”,
con la “socialización” de las pérdidas
financieras de los más ricos”.
Por todo ello, urge dejar de comportarnos como incapaces de asumir los riesgos y oportunidades del momento presente. Los Derechos Humanos son la ineludible guía de cualquier contrato social humanitario y la gente de a pié no somos la “chusma”, somos la ciudadanía soberana. Si aspiramos a reinstaurar la libertad, la igualdad y la fraternidad precisas para ser ciudadanos y ciudadanas autónomas y solidarias, debemos involucrarnos, personal y comunitariamente, en los asuntos sociales, políticos y económicos.
Hay mucho que hacer y múltiples ámbitos donde llevarlo a cabo. Las asociaciones sin ánimo de lucro y responsabilidad social precisan de asociados y de voluntarios; las organizaciones políticas alternativas necesitan de militantes y de ciudadanía crítica; las empresas de economía social requieren de socios y de clientes conscientes y comprometidos. Es ya el momento de hacernos cargo de nuestra condición adulta en lo social, en lo político y en lo económico, pues la democracia, si no se controla y participa, queda reducida a mero electoralismo manipulado y demagógico.
Las siguientes generaciones se encontraran con “otro mundo posible”, solo si los actualmente vivos asumimos el reto de dejar de ser llevados por quienes solo se acuerdan de la sociedad para oprimirla y explotarla. El tiempo actual de la humanidad es extraordinario en muchos aspectos: estamos sometidos a un crecimiento demográfico excesivo, a tensiones bélicas mayores, a una enorme rapiña económica y a un peligrosísimo colapso ecológico. Todo ello, a la vez que la conciencia cosmopolita y solidaria se extiende por todo el mundo y las tecnologías sutiles y sostenibles emergen con inusitada potencia.
Nunca el viejo orden había resultado tan caduco y peligroso y el nuevo mundo había sido más lúcido y prometedor. Es nuestro momento, emprendamos en ejercer nuestras capacidades de adultos libres, equivalentes y, mutuamente, responsables.
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