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Jun 05, 2015 fenomenosocial Conductas, Educación, La mente es fenomenonal, Pedagogía, Psicología 0
➡ Amilcar Afonso Quintana|Psicopedagogo|Conductas 2014
La “alegría” o alivio con el mal ajeno es una alteración de la salud emocional para la cual existen millones de vacunas que no tienen intención de ser usadas. Son dosis bajas, nada invasivas y se administran preferentemente en la infancia con la intención de prevenir una futura vida de desazón e incomodidad.
Después de una definición personal del asunto y de adelantar vagamente mi postura ante el mismo, paso a hacer una identificación y explicación de posibles causas. En el próximo número de Fenómeno Social se tratarán propuestas de solución (vacunas) desde la educación, entendida ampliamente (informal; entorno y hogar) e institucionalmente.
> Empezaré con una necesidad básica:
la de pertenencia e inclusión. Esta necesidad, como básica que es, resulta ineludible, pero tema aparte es que se perturbe hasta la insaciabilidad, hasta producir temor a la soledad por cualquier diferencia o desavenencia. Ejemplo: El adulto que estando en paro, se alegra (sin manifiesto ni sonrisas, solo alivio interno) de que su amigo/a no haya pasado con éxito la entrevista de trabajo. Y es que este señor, no soporta que parte de su ambiente cambie de bando, se aleje de él, lo requiere en sus circunstancias y características para sentir que su grupo no desvanece, que todos siguen bajo la misma bandera.
> Otra causa probable es:
la ruptura o desestabilización de creencias o supuestos básicos personales. Esto produce una gran incertidumbre por provocar dudas sobre la propia cosmovisión. Y es que las creencias pueden ser muy rígidas y llevar toda una vida sin ser advertidas ni cuestionadas. Ejemplo: El adulto que estando en paro, aprendió de las maneras más variopintas a la par que sutiles uno de sus dogmas de vida, y por poner solo uno: sin mucho dinero no puedes ser feliz. Por tanto, este señor observará entre amargado y confuso a su amigo que, sin haber pasado una entrevista de trabajo y continuar teniendo una situación económica difícil, sigue mostrándose entusiasta y activo, elaborando y compartiendo planes que necesitan de presupuestos muy bajos.
> Más motivos para la desdicha:
la competitividad. Aquí no hablo de niveles, ni mucha ni poca. Desde que uno comienza a hacerse y mostrarse competitivo, que no competente, puede fácilmente desbocarse y terminar por ser un rabioso cancerbero de su creciente ego. Un vigía constante de las competencias ajenas para ir evaluándolas en función de las suyas, y luchar para que no sean sobrepasadas. Ejemplo: El adulto que estando en paro y cuyas rígidas creencias le pierden cada cierto tiempo, tiene integrada otra enorme creencia que creció con cada paso o pisotón con el que superó a otros: hay que estar por arriba. Y es que superar a tus congéneres y que te aplaudan otorga satisfacción, no puede negarse. Pero controlar la necesidad de “aplausos” es difícil, y el precio por querer ser siempre el “aplaudido” es alto en monedas de paz. Siempre vigía, siempre atento a algunos/as…
> El recurrido señor de los ejemplos no solo sintió alivio por el rechazo laboral de su amigo debido a la primera causa mencionada, la sensación negativa de soledad por grupo roto, también su mundo quedó en calma cuando constató que el colega no tendría más dinero que él, que no sería “más” que él. Nuestras conductas no suelen proceder de una causa o mecanismo aislado, somos de dinámica holística, y es por ello que recurro al mismo ejemplo con un personaje portador de causas. Pueden darse todas las expuestas a la vez, algunas y por supuesto otras no contempladas.
> La última causa a exponer es la más compleja, en cuanto a procedimiento psicológico de defensa que es:
la proyección. En parte supone la “expulsión” de nosotros de apartados o facetas que no queremos/podemos integrar como propias, pues dañarían nuestra imagen o identidad construida, y una manera de sentirlas lejos es otorgárselas a otros. Es una forma de autoengaño poderosa. Para ilustrar este mecanismo, podría narrar el siguiente ejemplo: el adulto que estando en paro y cuyas rígidas creencias le pierden cada cierto tiempo, con una mención especial a la entrenada y tortuosa “hay que estar por arriba”, le comenta a su novia que su amigo no tiene buenas intenciones ni sentimientos para con él. Bien, nosotros ya sabemos quién es el poseedor de malos sentimientos…efectivamente, el señor de los ejemplos es quien odia a su amigo, pero no pudiendo aceptar tal hecho para no considerarse a sí mismo como envidioso o malévolo, atribuye a su colega sus propios sentimientos, quedando él “a salvo”. Y como un bucle o en los llamados círculos viciosos, esta posición de “bueno” le puede dar pie a sentir satisfacción por una mala racha de su amigo…
> Este mes tratamos las causas, y el próximo número entraremos en las soluciones. Añadir que, las dos personas del ejemplo están actualmente participando cada una en ejemplos diferentes. La palabra “amigos” les quedaba grande. Ver artículo «soluciones para la envidia»
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