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Jun 05, 2015 fenomenosocial Conductas, Curiosidades, Psicología 0
➡ Vanesa Navaro |Socióloga|Curiosidades 2015
Coincidir con otras personas en un ascensor ejemplifica de manera brillante como nos comportamos las personas en los encuentros sociales. Porque el ser humano, al ser eminentemente social, se comporta de manera gregaria incluso cuando está solo.
Cuando una persona entra en un ascensor, aún a sabiendas de que nadie le acompaña sigue haciendo los gestos que haría si hubiera más gente, carraspea, mira al techo y al suelo, mantiene la postura corporal, sólo tras varios segundos y haber comprobado que no hay nadie más, se permite el lujo de relajarse mínimamente pero sin bajar del todo la guardia.
El baile comienza cuando entra más de una persona. Cuando entras al ascensor y no hay nadie más, lo más probable es que te coloques en el centro del ascensor, en posición de dominio, otra forma de marcar el territorio es apoderarte de la zona que tiene los botones. Al entrar una segunda persona, cada uno va a una esquina, la más equidistante, como si de un combate de boxeo se tratase. Cuando entra la tercera persona, se forma un triángulo. El tercero que entra intenta mantener la misma distancia con los dos extraños. El baile continúa cuando entra la cuarta persona, cada uno se desplaza a una de las esquinas del ascensor. El momento incómodo se produce cuando entra una quinta persona, que para mantener la distancia con todos se ve obligada a colocarse en el centro, y para no resultar intimidatoria, tiene que fijar la mirada, en el techo o en el suelo.
A partir de este número de pasajeros, la situación es cada vez más incómoda, el lenguaje corporal es más tenso y la gente comienza a buscar espacios en los que fijar la mirada, el móvil suele ser un buen recurso, mientras esperan desesperadamente que la puerta se abra para poder salir de allí lo más rápidamente posible.
Se debe a la confluencia de dos factores. Por una parte, se trata de un encuentro social forzado, con personas desconocidas de las que queremos saber si representan algún peligro para nosotros y al mismo tiempo queremos demostrarles que no intentamos invadir su espacio vital, es por eso que intentamos no mantener contacto visual con ellos; por otra parte, se trata de un espacio cerrado y pequeño que de por sí puede generar cierta ansiedad social. Por suerte los encuentros sociales, por definición son momentos breves de interacción recíproca por lo que suponen un estrés llevadero. La alternativa, utilizar las escaleras.
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